La muestra que se presentó en el MAC del Parque Forestal entre el 7 de mayo y el 9 de junio, fue visitada por más de 15 mil personas que tuvieron la oportunidad de apreciar las 103 obras de autores representantes del fotoclubismo brasileño.
Moderna para Sempre forma parte de las colecciones que la Fundación Itaú Cultural itineró por diversas ciudades de Latinomárica. La exhibición, que fue inaugurada por Carlos Duarte, embajador de Brasil en Chile, Sofía Fan, gerente de Artes Visuales de la Fundación Itaú Cultural, y Francisco Brugnoli, director del MAC, reúne el trabajo de autores que en su mayoría integraron el movimiento brasileño Foto Cine Clube Bandeirante y entre los que destacan Geraldo de Barros, German Lorca, Mario Fiori, Eduardo Salvatore, Thomaz Farkas, José Oiticica Filho y Marcel Giró.
Para Iatã Cannabrava, fotógrafo e investigador brasileño responsable de la curatoría de Moderna para Sempre, la muestra reviste una gran importancia para el movimiento moderno y para la cultura e identidad brasileñas: “Atentos a las transformaciones que ocurrían en el mundo, los fotógrafos modernos brasileños devoraron influencias para crear una nueva fotografía, cuya premisa fue una lectura esencialmente creativa y de ruptura”.
Integraron también la muestra, entre otras, obras de los fotógrafos José Oiticica Filho, Ademar Manarini, Gertrudes Altschul, Rubens Teixeira Scavone, Gaspar Gasparian, Ino Alhanat y Paulo Pires.
El Fotoclubismo
El fotoclubismo brasileño tuvo su inicio en São Paulo, en Foto Cine Clube Bandeirante, en 1938, y se extendió a otros fotoclubes de la ciudad. Por lo general, estaba compuesto por fotógrafos aficionados que, libres de las obligaciones del trabajo comercial, podían experimentar y romper reglas. Por esos núcleos pasaron artistas como Geraldo de Barros, José Yalenti y German Lorca.
“En las imágenes encontramos las búsquedas por formas y volúmenes, arte abstracto y surreal, con una evidente influencia de las antiguas vanguardias europeas”, cuenta Cannabrava.
Los trabajos de estos artistas inicialmente eran pictóricos e imitaban los estándares de la pintura del siglo XIX. Con el desarrollo y crecimiento económico del país, ellos desembocaron en el granero de la fotografía moderna brasileña, la llamada Escola Paulista. “Las obras parecen unísonas porque tienen una fuerte unidad temática y se dividen en dos grupos: ciudades o formas, ya sean geométricas, elaboradas o simétricas”, explica el curador. “A partir de este momento, texturas, contraluces, enmarcados sobrios, líneas, solarizaciones, fotomontajes, fotogramas, entre otros, pasan a integrar el vocabulario creativo”, resalta.
Es importante señalar también que la mayoría de los miembros de los fotoclubes eran inmigrantes de origen europeo o descendientes de refugiados de las guerras del hemisferio norte, que se establecieron en Brasil con una mirada más optimista y de esperanza en el futuro, distante de los temas sociopolíticos predominantes en los trabajos de esa época, y se diferenciaron del movimiento europeo centrado en las dificultades sociales.