DINORA DOUDTCHITZKY «EL IMAGINARIO PERSISTENTE»
13 de junio al 12 de agosto
• El MAC y Fundación Itaú, gracias el apoyo de la hija de Dinora, Silvia Quiroga, organizan esta primera muestra retrospectiva de la artista ucraniano-chilena. La exhibición se expondrá paralelamente en el Espacio ArteAbierto de Fundación Itaú, en Apoquindo 3457.
• Este es el resultado de un proyecto curado por el MAC de levantamiento, restauración e investigación sobre su vida,que se enmarca en la línea curatorial de Rescate de artistas nacionales cuya obra ha tenido escasa difusión y poco reconocimiento.
Esta es la primera muestra retrospectiva de la artista Dinora Doudtchitzky (Ucrania 1914/ Chile 2004) y el resultado de un proyecto desarrollado por el MAC, y al que se suma Fundación Itaú, de más de un año que implicó el rescate y restauración de su obra, además de una investigación de su vida y trabajo (que incluye un video testimonial de personas cercanas a ella). La muestra se despliega con holgura en el segundo piso del MAC Parque Forestal en donde se distribuyen 19 pinturas y 95 grabados, la mayoría nunca antes expuestos. Una segunda parte de la exposición se presentará paralelamente en Espacio ArteAbierto de Fundación Itaú, Apoquindo 3457, Las Condes, donde se expondrán 13 obras que complementan la muestra del MAC bajo el mismo criterio curatorial.
La muestra reúne obras realizadas durante toda su carrera, haciendo un repaso biográfico, contexto sociocultural y 3 ejes curatoriales que desarrolló a lo largo de su vida: Rostros, Cosmos y Ciudades. El trabajo del MAC, que se enmarca en su línea curatorial de Rescate de artistas nacionales cuya obra no ha sido debidamente reconocida, línea que comparte con Fundación Itaú, pudo concretarse, además, gracias al apoyo y compromiso de la hija de la artista, Silvia Quiroga, quien resguarda desde hace años el legado de su madre.
Pese a la excelencia y acuciosidad de la obra de Doudtchitzky, además de la importancia que tuvo como referente del arte nacional por su trabajo académico (como profesora de grabado de la Universidad Católica) y por su protagonismo en el mítico Taller 99, entre otros muchos hitos, ésta es muy poco conocida por los chilenos, razón por la cual esta muestra reivindica su memoria y es un aporte respecto de un patrimonio artístico invaluable.
El lugar de Dinora
Dinora nació en Odessa, Ucrania, y a los diez años emigró a Argentina con su familia debido a los estragos de la Primera Guerra Mundial. En Buenos Aires, se educa en la Academia Nacional y en la Escuela Superior de Bellas Artes.
En 1939 llega a Chile, gracias a un pasaje que ganó como premio de un concurso de ilustración en Argentina. Este viaje la marca hasta tal punto que decide radicarse en Santiago, prosiguiendo sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile (1939-1942), en los talleres de pintura, mural y grabado. Más adelante participa en los salones oficiales y en exposiciones colectivas e individuales. En 1948 adopta la nacionalidad chilena.
En 1957 ingresó al Taller 99 recién fundado por Nemesio Antúnez, dedicándose además a la docencia en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile desde su fundación en 1959, inicialmente como profesor auxiliar en Arquitectura y desde 1962 como profesora titular del Taller de Grabado.
Dinora inicia su camino artístico con pinturas de retratos, frecuentemente femeninos y de niños, y vistas de la ciudad desde su taller, carrera que le hace participar en Salones Oficiales de Santiago, desde 1940, y una serie de exposiciones entre las que destaca la Primera versión de la Bienal de Sao Paulo, en 1951. Luego vino el grabado, especialmente con obras realizadas al buril y aguatinta. También exploró con sistemas de impresión a colores, siendo una de las pocas integrantes del Taller 99 en trabajarla. Así, adoptó el método grabado de Hayter que le permitió una mayor libertad en el uso del color. En los temas abordados predomina lo figurativo, en especial imágenes inspiradas en el paisaje urbano. Primero es la serie Cosmos, donde incluía cielos, soles y objetos astrales, pero posteriormente desarrolla sus Ciudades, visiones de la urbe, que es donde podemos encontrar su producción más compleja. Imaginario persistente, alude a la insistencia por evocar la memoria del origen, los primeros años en su Odessa natal, la mirada aérea, casi onírica, del paisaje y los Rostros que reiteran un imaginario particular. Dinora participó en gran número de exhibiciones colectivas en Chile y el extranjero, de forma individual o como parte del Taller 99.
TALLER 99 y papel de Dinora
El Taller 99 fue fundado en 1956 por Nemesio Antúnez, a imagen y semejanza del Atelier 17, que tenía William Hayter en Nueva York. La iniciativa significó una revaloración de la disciplina y un gran avance en el desarrollo del grabado en Chile. El carácter multiplicador del grabado atrajo a todos los ámbitos artísticos y lo hizo asequible al público sin que pierda su condición de original nacido de una matriz. Pasaron por el taller figuras como Delia del Carril, Santos Chávez, Mario Toral, Juan Downey, Jaime Cruz y Eduardo Vilches, entre otros. En su creación y desarrollo, Dinora Doudtchitzky tuvo un papel fundamental tal como lo testimonian sus contemporáneos:
Nemesio Antúnez
“Siempre sonrisa y generosidad, el 56 formamos el Taller 99 donde ella fue cimiento, muro y ventana, lo hizo funcionar; un detalle, a la hora del té en un Samovar heredado, nos preparaba ceremoniosamente un descanso de media hora fraternal… La música y el grabado, la armonía, el color,…la ternura, expresados por esta artista, ve los barrios de la ciudad a vuelo de pájaro, es claro, las manzanas se abren dejando ver sus patios interiores de palmeras y ropa tendida”.
Roser Bru
“Dinora, ya lo hemos comprobado, es una especie de ángel de la guarda, una enviada secreta del cielo, bajó con su dulzura bajaron con ella todos los arabescos de los iconos bizantinos, para hacer posible sus ciudades con las cúpulas de las iglesias ortodoxas. Llegada a nuestro lado, como si perteneciera a un coro de Fra Angélico, tocaba la flauta, Y así ha podido distribuir su tiempo, entre música, dulzura y su obra grabada. Gracias Dinora”.
Jaime Cruz
“Tuve el privilegio y el placer de conocer a Dinora, durante más de quince años, en el trabajo diario de taller hasta su retiro de la Universidad y después terminada su vida académica como una querida amiga. Allí en ese mítico taller conocí a Dinora como artista y compañera de trabajo, causando mi admiración, agradeciendo y aprendiendo de su compromiso apasionado con el grabado, en una convivencia artística que no se forzaba y era connatural en ella, especialmente con el entorno alegre que proporcionaba, irradiándose a todos, como característica propia del Taller 99 de origen”.